Los Estados Unidos querían con esta jugada bajarle un poco al calor en su relación con los rusos, que mantenían una dura oposición al escudo anti balístico polaco incluso amenazando con desplazar sus propios cohetes a la frontera, en Kaliningrado, pero Medvedev y Putin tomaron la decisión como lo que era, una clara victoria del Kremlin sobre Washington y se han permitido algunas valentonadas. Hicieron eco de la cancelación del escudo anti balístico en su país y dejaron clara su intención de no detenerse allí, sino de exigir otras concesiones al gobierno Obama, la mayoría de ellas, concernientes a las restricciones comerciales que aún pesan sobre Rusia desde la Guerra Fría. La otra intención de Washington con su decisión era que Rusia flexibilizara su posición frente a Irán y su programa nuclear y ayudara en los posibles acercamientos entre el régimen de Mahmoud Ahmadinejad y occidente. Sin embargo, el mismo Medvedev señaló que la cancelación del escudo polaco no suponía ningún acuerdo previo entre Estados Unidos y Rusia y que aunque él podría mostrarse más receptivo a las preocupaciones estadounidenses, esto no significaba ningún compromiso específico. Así pues, Obama regaló una gran victoria política a los rusos y seguramente no obtendrá nada a cambio, exceptuando más exigencias por parte del Kremlin.
Pero no sólo eso, Estados Unidos ha dejado abandonado con su decisión a naciones aliadas de Europa del Este como Polonia, República Checa y Ucrania, por no hablar de los países caucásicos. Ucrania y Georgia específicamente, que aspiran a entrar a la OTAN, enfrentando las reticencias por parte de Rusia, ahora se encuentran en una posición si acaso menos ventajosa frente a la renacida potencia del norte. Estados Unidos, que buscaba robar algunos de los aliados naturales rusos e involucrarse con fuerza en su área de influencia inmediata, posiblemente ha tomado las decisiones que sentenciarán esas pretensiones al fracaso.
Prueba todo lo anterior que hacer concesiones, sobre todo si son unilaterales, en las relaciones internacionales, puede ser sumamente perjudicial para un país y que hacerlo cuando lo que está en juego es tanto; cuando las apuestas son tan elevadas, puede condenar al fracaso toda una concepción estratégica y cambiar radicalmente las distribuciones del poder de toda una región.