martes, 1 de septiembre de 2009

Formando la disciplina, construyendo la profesión

Por: Jose Antonio Fortou R.



La semana pasada, de miércoles a viernes, se realizó el I Congreso Interuniversitario de Ciencia Política, evento local organizado por estudiantes de cuatro universidades de Medellín (EAFIT, Antioquia, Nacional y UPB) como un primer intento de empezar a crear comunidad académica y seguir con lo que Francisco Leal llamó la “profesionalización” de la ciencia política en Colombia.

Se escucharon ponencias y preguntas interesantes y pertinentes que pusieron de relieve algunos de los principales temas o problemas con los que se topa la ciencia política en nuestra ciudad. Quisiera hacer mención a uno de dichos temas: el clásico problema de las fronteras de la disciplina y su relación con otras. Dentro de esta temática, englobo tres provocativas discusiones que surgieron durante el Congreso.

1) Ciencia política y derecho. Mientras que José Olimpo Suárez propugnaba por una cercanía que hizo pensar en lo que alguno llamó un “politólogo abogado” y otros reaccionaron proponiendo un distanciamiento radical del paradigma legalista, unos más nos ubicamos en un punto medio: hay que tener un profundo conocimiento del derecho en este mundo cada vez más constitucional y jurídico, pero entendiendo siempre que el paradigma legalista no puede ocultar cómo son las cosas al hacer énfasis en cómo deben ser.

2) Ciencia política y filosofía política. La exposición de Jorge Giraldo nos recordó la cercanía de estas dos disciplinas y señaló el problema en el que se verían los estudios políticos en general sin la filosofía política: la teoría y los conceptos surgidos de ésta permiten, en buena medida, una mejor interpretación de los fenómenos políticos, por lo que la formación de un politólogo exclusivamente empírico-cuantitativo sería un grave error. Igualmente, el filósofo idealista debe “volver a la caverna” y aceptar que los conflictos de poder que se ven en ella son la realidad de la que se debe ocupar.

3) Ciencia política y moral. Aunque llevamos ya medio siglo de separación formal entre política, moral y ética, se escuchó una propuesta para entender y atender la pobreza no como un problema político, sino moral. Quedaron en el aire, sin embargo, dos puntos: a) la distinción entre moral y ética y cuál de ambas adoptar; y b) las implicaciones que tendría adoptar la perspectiva propuesta para el estatuto ontológico y epistemológico de la ciencia política.

Estos puntos sólo recogen parte de lo discutido en estos tres días. Obviamente surgieron muchos temas adicionales: el retorno al Estado en los estudios políticos, el quehacer del politólogo –la ciencia o la política como vocación–, las perspectivas a futuro de la disciplina en el escenario global, entre otros. Pero vamos paso a paso…

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