miércoles, 3 de marzo de 2010

Sistema electoral y control social.

Por: Jose Antonio Fortou R.

Este 1 de marzo, la directora de Congreso Visible, Mónica Pachón, estuvo en EAFIT exponiendo éste sistema de información para mejorar la calidad de la elección democrática que sirve como mecanismo de control social. Más allá de destacar la amplitud y pertinencia de la información recopilada por CV (perfiles de congresistas, estado del debate en temas particulares, votaciones en el Congreso…), quisiera plantear aquí brevemente un tema: la conexión entre sistema electoral y la tarea de CV.

Los sistemas electorales son el conjunto de reglas que especifica cómo traducir votos en curules; entre otras cosas, debe determinar el número de curules por distrito y la fórmula para repartirlas. En una democracia, el sistema electoral es uno de los componentes institucionales más importantes, pues ayuda a responder esa pregunta que Dahl entendía como central a la política: ¿Quién gobierna? Esto es así, porque las reglas electorales tienen dos tipos de efectos: a) mecánicos, pues abren o cierran “físicamente” el sistema: cuando el umbral es del 2%, los partidos que estén por debajo simplemente no ganan curules; b) psicológicos, pues un sistema más restrictivo hace menos estratégico tener un partido pequeño, incentivando la agregación de partidos.

En Colombia, tuvimos un sistema electoral bastante abierto después de 1991: un umbral muy bajo (50.000 votos), una fórmula bastante proporcional y listas ilimitadas por partido. Se buscó incentivar un sistema multipartidista, y la explosión de candidatos y partidos fue tal que Pizarro llamó a esta etapa la de la “atomización partidista”.

A partir de 2006, cuando se aplicó la reforma política de 2003, el sistema cambió: el umbral subió (a 2.5%), la fórmula pasó a ser menos proporcional y se implementó la lista única. Pasamos a tener 16 partidos de nivel nacional, cuando antes eran cientos de “microempresas electorales”. En esta época, de la agregación de fuerzas pequeñas nacen el Polo y otros partidos, y los dos tradicionales se reconfiguran tras el retorno de algunos hijos pródigos. La reforma política de 2009, cuyos efectos en términos de reglas electorales se sentirán a partir de 2014, incluye un aumento del umbral al 3% y más requerimientos sobre la disciplina partidista.

Ahora bien, este cambio hacia un sistema de partidos menos atomizado y con más disciplina partidista, pero también menos proporcionalidad (o “representabilidad”) y partidos más heterogéneos internamente, ¿cómo afecta las posibilidades de control social?

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