martes, 5 de mayo de 2009

Tres generalizaciones sobre cultura política en Colombia

Por: Jose Antonio Fortou R.


Los estudios sobre cultura política tomaron fuerza desde que apareció The civic culture de Almond y Verba en 1963. Hoy por hoy, las encuestas de percepción constituyen una herramienta para calibrar este concepto. Es el caso de la encuesta Cultura política de la democracia en Colombia, 2008: El impacto de la gobernabilidad, realizada por LAPOP. Quizás algunos de sus resultados sean útiles a la hora de reevaluar o confirmar algunas percepciones generalizadas que se tienen sobre la cultura política colombiana. Me referiré brevemente a tres, dos coyunturales y una estructural:

1. Es la élite del país la que apoya al uribismo. Se suele pensar que a la derecha colombiana la apoyan los terratenientes, los líderes de los grandes gremios empresariales y los dueños de fincas que ya pueden visitarlas tranquilamente los fines de semana. Pero la encuesta señala que buena parte de los que se sienten identificados con el Polo Democrático tienen mayor nivel educativo, mientras que el apoyo al Partido de la U proviene principalmente de los estratos 2 y 3, a la vez que se observa que a menor nivel educativo, más identificación con la derecha política.

2. El Polo tiene los partidarios más radicales. Si entendemos por “radical” al que está bastante alejado del centro del espectro político, se diría que el ala más de izquierda del Polo –la liderada por Carlos Gaviria– es el grupo más radical del país. Y ciertamente, el Polo es el partido más radical en términos relativos. Sin embargo, en términos absolutos, dos de los partidos más alejados del centro son Cambio Radical y el Partido de La U. ¿Podría esto estar relacionado con el hecho de que los partidarios del La U sean los que tienen la afiliación partidista más intensa?

3. La sociedad colombiana es extremadamente conservadora. Ésta es quizás la más escuchada de las tres percepciones: la sociedad colombiana, si tuviera que elegir entre libertad y orden, las dos palabras que adornan el escudo, escogería el orden. La encuesta de LAPOP parece no sólo corroborar esto, sino llevarlo más allá: la sociedad colombiana no sólo es conservadora, sino que es iliberal. En una matriz que cruza estabilidad democrática y legitimidad (respaldo no coyuntural al sistema), la mayoría de los colombianos (38.5%) endosa una estabilidad de tipo autoritario: un sistema con alta legitimidad, pero con niveles bajos de tolerancia política. Si asumimos que somos una democracia, somos más estables que inestables, pero también menos liberales que iliberales. Curioso, pues según Zakaria, el recorrido de las democracias exitosas ha sido contrario: primero liberalismo, luego democracia.

El caso es que este tipo de encuestas ponen a pensar y me refiero a pensar más allá de si obedecen a intereses particulares. Pese a las críticas que les hace Bourdieu a las encuestas de opinión pública, éstas nos invitan a indagar las razones por las cuales se da el comportamiento que indican. Esto es parte de la tarea del politólogo: intentar interpretar la investigación empírica a la luz de la teoría y la realidad.

Hablo de percepciones como ideas o comentarios que oigo día a día, en la radio, en el bus, en la universidad y en la casa. Acepto que asumo, posiblemente de forma incorrecta, que porque las oigo con reiteración corresponden a percepciones generalizadas entre los colombianos.


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