lunes, 13 de abril de 2009

¿Cuál será el camino ahora?


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Por:Rafael Ricardo Alarcón Acosta


Por fin, y felizmente con éxito, se dio la semana pasada la liberación de 6 secuestrados en poder de las FARC –un miembro del ejército, tres de la policía, el ex-gobernador del Meta Allan Jara y el ex-congresista Sigifredo López–; y digo felizmente con éxito debido a esa serie de elementos que caracterizaron este proceso de liberación y lo hicieron tenso, contradictorio, sospechoso y en momentos muy lento. Bien quedan varios temas para el debate o para aclarar posiciones, el papel y la responsabilidad de la prensa para cubrir eventos como este, los intereses ocultos y el rompimiento de compromisos por parte del gobierno, las FARC y la comisión de civiles.

Sin embargo, y dejando constancia de la importancia de discutir lo que dejaron los eventos la semana pasada, considero que hay un aspecto que predomina sobre los demás. Lo más relevante luego de la liberación de estos seis secuestrados es contestar algunas preguntas: ¿cuál será el camino para próximas liberaciones?, ¿qué posición podrá tomar el gobierno?, ¿cómo traer a los pocos canjeables que quedan?, ¿qué hacer con aquellos secuestrados que no se consideran canjeables y su secuestro es netamente extorsivo?

Acuerdo humanitario, liberaciones unilaterales del gobierno para incentivar a las FARC a hacer lo mismo, liberación por medio de operativos militares y la segunda parte de la operación Jaque son opciones que defenderán algunos y criticarán otros, en el marco del debate para responder las anteriores preguntas.

Ahora bien, tengo que manifestar que en lo personal, en cuanto a seguidor del accionar del gobierno y el rechazo permanente de las FARC, lo que representa, su proceder y sus intenciones, considero necesario que el gobierno opte por tomar el camino de la negociación y el acuerdo humanitario –que no es más que un nombre bonito para esconder un vil trueque de personas en el siglo XXI–. Y en esto no veo una debilidad o brazo a torcer en la posición y dignidad del gobierno del presidente Uribe, ni mucho menos la recuperación de la capacidad del las FARC en el terreno de la negociación; sino la posibilidad franca y abierta de que el gobierno use su momento de fortalecimiento, superioridad y mayor credibilidad frente al enemigo para plantear un tipo de negociación, si bien agresiva, llegue a ser exitosa y logre que todos los secuestrados regresen a sus hogares.

Es hora que el gobierno, en calidad de triunfador parcial y potencial, opte por un camino diferente a la aniquilación total del enemigo, y decida extender la mano, hacer uso del corazón grande y buscar afanosamente, si bien no el fin del conflicto, si la liberación de todos aquellos –tanto los canjeables, como quienes no se consideran como tal– en poder de las FARC. Recuerdo ahora una fantástica escena de la película gladiador en la que Máximo, el protagonista, quien contradiciendo en dictamen del Emperador, decide perdonar la vida de su rival al cual lealmente ha vencido, y esto produce que desde las graderías y de forma multitudinaria, los asistentes le gritan ¡Máximo el magnánimo! Espero que inteligentemente el presidente Uribe, sin llegar al punto de hacerse llamar magnánimo, encuentre en su buen entender alguna buena estrategia de negociación para llevar a cabo ese mal llamado acuerdo humanitario.

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