lunes, 13 de abril de 2009

Uribista anti re-reeleccionista


Uribista anti re-reeleccionista

Por: Santiago Silva Jaramillo


Lo acepto, soy un uribista anti re-reeleccionista. No me gusta la segunda reelección de Álvaro Uribe, por más que lo crea un líder capaz y un presidente juicioso y me identifique con varios de los postulados que defiende su gobierno. No me gusta sin embargo, mis razones no sean tan populares entre los anti reeleccionistas. Que afecta las instituciones, que destroza el equilibrio de poderes, que es un atentado a la democracia, que es una muestra de caudillismo, que estanca a toda una generación política. Todo eso es cierto, pero quiero tratar una razón diferente.

Gran parte de ser un hombre de estado, de ser presidente, de dedicar su vida al trabajo en las entidades públicas y aspirar a los cargos de elección popular siguiendo preocupaciones políticas, es la idea de dejar un legado. La posteridad acecha, o por lo menos, debería acechar a los estadistas. Muchos parecen tomar la insistencia de Uribe en continuar con la seguridad democrática, la confianza inversionista y la responsabilidad social, como una excusa que esconde sus verdaderas intenciones de perpetuarse en el poder. Yo no, disculpen la inocencia, pero yo le creo. Estoy seguro que un gran componente de su indecisión (porque aceptémoslo, el resto es cálculo político) corresponde al papel que tendrá que desempeñar una vez sea ex presidente y una vez esté muerto. Creo que lo atormentan los años post Casa de Nariño, post consejo comunal del sábado por la tarde, por no hablar del recuerdo que tendrán de él los colombianos después de su deceso.

Y en esa indecisión, también reside mi inquietud. ¿Cómo quiere Uribe que lo vean las generaciones futuras?, ¿cuál quiere que sea su papel en la posteridad? Porque es claro, incluso para sus detractores, que el gobierno del presidente ocupará un capítulo importante en la historia del país. El cómo se juzgará depende de muchas cosas, la sentencia variará, estoy seguro, según Uribe sepa terminar bien o mal su mandato. Y por supuesto, en mi calidad de uribista anti re-reeleccionista, creo que la segunda reelección es la peor forma en la que el presidente puede coronar su gobierno. No sólo por las razones mencionadas anteriormente, sino porque la probabilidad de que este tercer mandato no sea como los anteriores es muy alta. Después de un primer buen gobierno y un segundo regular, es inevitable que venga uno pésimo.

Que Uribe piense en las instituciones y en la democracia colombiana, que piense en su legado y en la posteridad, que piense en los que lo hemos seguido con reservas, pero con lealtad, en los que lo odian y en los que lo aman. Que piense en todos y en él mismo, que se haga a un lado y que no se lance, por su bien y el de todos nosotros.


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